Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

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Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

domingo, 4 de mayo de 2014

Juan Carlos Bazan - Biografia - 4 de mayo de 2014


                                           Juan Carlos Bazán
El 26 de enero de 1932 el empresario Pascual Carcavallo presenta en el teatro Nacional, reunidos en una misma velada, a la orquesta de la Guardia Vieja, dirigida por el clarinetista Juan Carlos Bazán, y al tango moderno, representado por la orquesta de Roberto Firpo. El moderno era tres años mayor que el guadiaviejista. Bazán había nacido en el barrio porteño de la Concepción el 26 de junio de 1887. Su deceso se produjo sólo 49 años más tarde, el 9 de mayo de 1936. Lo de "guardia vieja" y "moderno'' no era cosa del almanaque, sino de los instrumentos utilizados por Bazán para integrar su conjunto: piano, dos guitarras, cinco violines, un clarinete, una flauta y minga de bandoneón. También estuvo ausente el bandoneón de las primeras presentaciones de Bazán. Éste se inició, en efecto, con Ernesto Ponzio, el Pibe Ernesto, violín pionero del tango, y con un tal Tortorelli, que tocaba el arpa india, la que pronto dejó luego lugar a la guitarra del cieguito Eusebio Aspiazú y a la flauta de Félix Riglos. Su primer encuentro con Firpo ocurrió en lo de "Hansen": el piano del ya autor de Alma de bohemio, los violines de Francisco Postiglioni y Alcides Palavecino. Luego, pasó a la orquesta de un bandoneonista, Arturo Bernstein, el alemán, donde un Carlos Marcucci aún bisoño tocaba el segundo violín. Bazán había comenzado como tipógrafo en el diario La Prensa, -se dice que Villoldo lo fue de La Nación- y requirió al clarinete que le proveyera el pan cotidiano sólo cuando ya la linotipo había desplazado a la tipografía.
Con los recuerdos frescos, Bazán narró a Héctor Bates su actuación con Firpo en el "Velódromo", donde inventó la famosa Chiflada, soplada a la puerta de aquel local para seducir a los noctámbulos que marchaban hacia el "Hansen". También supo actuar en el teatro "Nacional", formando parte de la representación de un sainete escrito por Carlos Mauricio Pacheco, llamado Cabaret. No era, ciertamente, una orquesta de la guardia vieja, puesto que tenía bandoneón, instrumento con el que se había familiarizado tocando en la orquesta de Bernstein. Luego, tocó en Barracas, junto al bandoneón de Luis Petrucelli, en un conjunto de Samuel Castriota, y enseguida con Arólas, en un cuarteto trashumante completado por Tito Rocatagliata y Juan Carlos Cobián.
La vida musical de Bazán no fue distinta a la de tantos otros músicos que a veces tuvieron orquesta propia y a veces militaron en ajenas, que viajaron por el país y por los países próximos en busca de orejas complacientes y tabas con ganas de ser meneadas. Con quien más tocó fue con Firpo, pero también en la orquesta Víctor se lo identifica. El clarinete es uno de los no escasos instrumentos que no son ya convencionales en el tango. Su inventor fue un fabricante de Leipzig, Cristóbal Denner (1655-1707), e hizo rápido camino: en 1778 lo incluyó Haydn en su primera misa, y en 1799 Beethoven, en su primera sinfonía. El tango ha de haber tomado el clarinete de las filarmónicas, que nunca faltaron; no ha de haber tenido muchos clarinetistas, pues si bien se menciona a Carmelo Águila, integrante de la orquesta de Lomuto quien le grabó la rumba Chapita, el foxtrot Lita y el pasodoble Mujer hechicera, el realmente famoso fue Bazán. José Sebastián Tallón recuerda en su libro El tango en su etapa de música prohibida que «los tanguistas que pasaban por La Boca eran en su mayoría italianos meridionales. La guitarra y la armónica -para sorpresa y desconcierto de los tangueros actuales (siento revelar estas cosas)- las reemplazaban por el clarinete».

Bazán no sólo compuso La chiflada. Loríente asegura que escribió más de treinta composiciones, casi todas tangos, pero, entre ellas, algunos parafangos: un chotis, un shímmy; un fox trot. ¡Cuándo no! Gardel le grabó Nena (letra que en 1926 rimó para una música de Ciriaco Ortiz) y El Brujo, con versos de Enrique Carrasquilla Mallarino (1926).