Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi

Distinción del Centro de Cultura Tanguera Alfredo Belussi
Tango, Radio y más Historias, blog distinguido por su aporte a la difusión del Tango, sus autores e intérpretes.

martes, 28 de febrero de 2012

Héctor Gagliardi - Biografía- 28 de febrero de 2012



HÉCTOR GAGLIARDI

Héctor Gagliardi nació  en Buenos Aires el 29 de noviembre de 1909 y murió en Mar del Plata el 19 de enero de 1984.
Inspirado en la barra del café de Defensa y Chile, al que asistía, a los veinte años escribió la letra de Medianoche, que le musicalizó Aníbal Troilo. Por la misma época se hizo amigo de Celedonio Flores. Lo visitaba todos los días en su casa de la calle Loyola.  Y recitaba sus propios versos para   los amigos. Todavía no era El Triste...
Ese apodo le fue puesto por Ismael R. Aguilar, autor de los libretos del espectáculo radiofónico propalado por la onda de LR3 Radio Belgrano, donde debutó el 2 de enero de 1941, junto a la gloriosa Azucena Maizani y los actores Antonia Volpe y Tino Tori. Tito Martínez del Box lo había escuchado recitar en una sobremesa y lo llevó al micrófono. En poco tiempo adquirió una vasta nombradía, se convirtió en artista profesional e hizo una brillante carrera, inclusive en términos económicos.
Como los viejos juglares, sólo decía sus versos.  Era la suya una poesía sutil e ingenua, más próxima a lo iletrado que a lo letrado.   Pero el poeta era un observador sin segundo y su capacidad para captar los rasgos más escondidos, los tics más sutiles de los personajes que retrataba era prácticamente infinita. Tañía con sabiduría y precisión la cuerda sentimental hacía de la ternura algo así como la materia prima de sus versos y cultivaba un acento querendón y persuasivo.  Quizá la suya no fuera poesía, pero era su poesía; eran textos que, en todo caso, su voz convertía en un sutilísimo género literario, capaz de suscitar al mismo tiempo, como en un grotesco perfecto, la sonrisa y la lágrima.   
Por eso, muy difundidos escritores populares prologaron los tomos de versos que dejó, lamentablemente, despojados de su voz:  Alberto Vacarezza, Puñado de emociones; Homero Manzi, Por las calles del recuerdo; Cátulo Castillo, Esquina de barrio y Enzo Ardigó, Versos de mi ciudad.
Otros tangos de Gagliardi son Claro de luna y Vencido. Pero realmente cada una de sus poesías es un tango; sin música, con cadencia renga, con rima anárquica, pero con esa dulce tanguedad de los barrios que no es la turbia tanguedad del bajo fondo, ni la refinada tanguedad de los conservatorios.  Recordémoslo con estrofas de su, Me llamo Tango:

¡Con permiso ... soy el Tango...
yo soy el tango que llega por las calles del recuerdo.
Dónde nací, ni me acuerdo. en una esquina cualquiera, una Luna arrabalera
y un bandoneón, son testigos ...
¡Yo soy el Tango Argentino
donde guste... y cuando quiera...

Por la calle El Porteñito
entre El Choclo y La Payanca,
un servidor se abrió cancha al compás de un organito;
y a la luz de un farolito escondido entre glicinas, en el atrio de una esquina, una noche de verano
me apadrinó El Entrerriano con La Morocha Argentina… 

lunes, 20 de febrero de 2012

Ada Falcon - Biografía - 20 de febrero de 2014


                                        


Ada Falcón

Ada Falcón (Ada Aída Falcone) nació en Buenos Aires el 17 de agosto de 1905 y desde 1942 vive retirada en las sierras cordobesas. Sus dos hermanas, Adhelma (Marianita Falcone) y Amanda Falcone, también fueron cancionistas. Ada reveló al investigador Roberto Gutiérrez Miglio que no es hija de Domingo Falcone, sino de Miguel Nazar Anchorena, con quien su madre, Cornelia Boesio, estuvo unida durante algún tiempo.
En una carta que, a mediados de 1970, envió a un rotativo de Buenos Aires desde su retiro en Salsipuedes decía: "Realicé cientos de grabaciones en diez años para el sello Odeón". Según el recuento de Gutiérrez Miglio no son tantas, sino tan sólo 217, casi todas con el acompañamiento de la orquesta de Francisco Canaro. Ellas incluyeron, naturalmente, tangos, pero también foxtrots, valses, rancheras, pasodobles e inclusive una canzoneta (Sensa mama e senza amore, año 1932), entre 1925 y 1942. Recordemos que las realizadas por Azucena Maizani fueron 273 y por Mercedes Simone, 246).
Las hermanas Falcón comenzaron su carrera artística siendo muy niñas. Ada tenía poco más de cinco años cuando se presentaba en festivales y varietés con el apodo La Joyita Argentina cantando tonadillas y can-zonetas. La madre impulsaba la carrera de las niñas y logró que Adhelma y Ada, chiquillas de 15 años, intervinieran en un film mudo, El festín de los Caranchos. Una revisión prolija de las informaciones teatrales de las dos primeras décadas permitiría encontrar el nombre de Ada junto al de tres cupletistas ítalo-criollas: Iris Marga, Linda Thelma y Delia Rodríguez (dicho de otro modo, Iris Pauri, Ermelinda Spinelli y Carmen Forastieri).
Como le había ocurrido a Azucena Maizani seis años antes, durante una reunión social, Ada conoció, en 1929, a Enrique Delfino y éste le proporcionó entonces al tango una nueva estrella. En efecto, Odeón se interesó por la recomendada de Delfy, que ya tenía el antecedente de cuatro tangos grabados para Víctor, en 1925, con la orquesta de Osvaldo Fresedo. Con el trío del mismo Delfino imprimió siete discos de dos caras y sin solución de continuidad siguió grabando con la orquesta de Francisco Canaro, con quien vivió una prolongada y tempestuosa relación sentimental. Era entonces una mujer joven y bella, de ojos tan profundos que nadie se atrevía a mirarlos, suntuosa y distante, amante de las sedas, las pieles y los perfumes carísimos. El cine recogió su figura -y la maltrató- en una película financiada por Canaro, ídolos de la radio (1934), donde compartió el cartel con Olinda Bozán e Ignacio Corsini, dirigidos todos por el pionero Eduardo Morera.

Las broadcastings (Radios) más importantes tuvieron en sus elencos a Ada Falcón, quien nunca realizó actuaciones públicas con Canaro ni participó tampoco en ninguna de las comedias musicales que el célebre músico presentó por las décadas de 1930 y 1940. Podría decirse que Ada Falcón fue exclusivamente una estrella de la radio y del disco, lo que rodeó a su personalidad de cierta aureola de misterio. La llamaban "El alma del tango". Los apodos fueron cambiando: "La sacerdotisa" la llamó un periodista; "la Greta Garbo del tango", la llamó otro. Algunos devotos peregrinaron y siguen peregrinando a las sierras para obtener una confesión de esta anciana dama, aventando las cenizas que cubren el rescoldo de sus amarguras. Yoyi Kanematz, el máximo referente japonés del tango, peregrinó llevado por un propósito más noble: acercar a la diva un presente que fuera al mismo tiempo una ayuda.

viernes, 17 de febrero de 2012

Angel Gregorio Villoldo - Biografia -15 de febrero de 2012


  
                                         ÁNGEL GREGORIO VILLOLDO

"Fray Pimiento"
Seudónimo de tinte anarquista usado por Ángel Gregorio Villoldo.
Nació en Buenos Aires el 16 de febrero de 1861 (según Orlando Del Greco) y murió en la misma ciudad el 14 de octubre de 1919. Paralelamente al tango que se bailaba en las academias y lupanares y al que se escuchaba en los cafés, creó un tango para ser cantado, sobre fórmulas literarias tomadas en préstamo del cuplé. Además, fue muchas otras cosas; entre ellas, poeta de óptimo oído para la música del verso y autor de diálogos de compadritos que se inscriben en lo mejor del costumbrismo porteño. Se dice que desempeñó oficios varios -el de cuarteador y el de tipógrafo, entre otros-, pero principalmente fue hombre del varieté. Cantaba con buena voz, pulsaba la guitarra, soplaba la armónica, recitaba y canturreaba monólogos, no pocos de ellos sicalípticos (es decir, cargados de picardía erótica), y cultivaba su envidiable oído musical. Alternó, de igual a igual, con todas las estrellas del varieté, incluidas las que emigraron al teatro mayor, como doña Lola Membrives, que, lo mismo que Gardel-Razzano -por entonces los autores más representativos del canto criollo-, le grabó Cantar eterno.
Las andanzas urbanas de Villoldo no podrían seguirse sin un buen conocimiento de la ciudad. Sus grandes bigotes tipo manubrio eran igualmente populares en La Boca y Barracas al Norte como en Palermo y la Recoleta. Hombre jovial y extravertido, cosechó amigos sin esfuerzo alguno. No sabemos si fue amigo de Gardel, pero de que al menos la fama del dúo Gardel-Razzano llegó hasta él y no lo puso celoso, hay pruebas. La primera versión discográfica de Gardel-Razzano fue una pieza de Villoldo (la mencionada más arriba). No se sabe, en cambio, que Gardel haya cantado ninguno de los cuplé malevos o lupanarios que también se llamaban tango (y no los habría rehuido por lo que tuvieran de cuplé, puesto que grabó Loca, que es un cuplé por donde se lo mire). En general a Gardel se lo consideraba artísticamente más emparentado con los payadores que con Villoldo. Algo significa que el espectáculo con que reapareció El Mago cuando ya era astro del cine hispano se llamara De Gabino a Gardel.
En 1907, como es sabido, el sello Gath y Chávez -una de cuyas estrellas era la Membrives- envió a Villoldo y al matrimonio Flora Rodríguez/Alfredo Gobbi a grabar a París. Lo hicieron y Gobbi continuó luego su trashumancia por España, donde grabó discos casi a destajo.
En París escribió Villoldo -que ya tenía una obra muy vasta-el tango Elegancias, dedicado al magazine Mundial, que dirigía Rubén Darío. Por entonces según afirmó Héctor Bates, era Villoldo quien monopolizaba de hecho el repertorio tanguero. La nómina de sus composiciones es harto extensa. Incluye por cierto Cuidado con los cincuenta (1906), pero también se trata de un cuplé. Aparte de El choclo, que compite con La Cumparsita en eso de ser tenido por paradigmático, dejó los amilongados El porteñito y El torito; Una fija que es una página muy bella, y títulos y músicas en montón. León Benarós, el gran poeta y humanista, solía jactarse: Tengo todo lo de Villoldo. Lo que no decía es cuántos armarios necesita para conservarlo.
A Villoldo se lo llamó el papá del tango porque así lo publicitaba la grabadora que lo tenía contratado. Aunque el eslogan pudiera ser desmedido, sin duda Ángel Gregorio Villoldo fue la figura más relevante del tango durante la primera década del siglo. Quizá no fuera impropio decir que había entonces un tango para el jet set de la época (Laura, La Vasca); otro para que el malevaje hiciera su catarsis en El Estribo, La Paloma u otros cafés, y un tercero, para el pueblo sin discriminación alguna, en el varieté. Allí implantó Villoldo el tango; allí fue lo que habría de ser Gardel en Barcelona y en París. Lástima que sus composiciones no se toquen ya: D' Arienzo sólo grabó seis de ellas (algo así como el seis por ciento de sus grabaciones); Troilo, sólo una, y Pugliese, ninguna.
UN POCO DE HISTORIA SOBRE LA FRAY PIMIENTO
Como parte de un proceso de investigación que comenzó en el año 1996, la Orquesta de Tango "Antigua Fray Pimiento (la fray)", recopila temas porteños de fines del siglo XIX y principios del XX, brindando la posibilidad de acceder a un repertorio casi olvidado. En medio de una dinámica que insinúa diálogos instrumentales, su formación permite abordar a compositores de la "guardia vieja" logrando el estilo característico de la época. En una puesta que abarca tanto lo sonoro como lo visual, vinculando lo simple y lo profundo, acercándonos a la interpretación y orquestación del tango en sus orígenes

CLARINETE: Emiliano "Pepo" Stirling
FLAUTA: Santiago Montero
VIOLIN CORNETA: Matias Lovati
GUITARRA: Gonzalo Dalairac
CANTOR: Mauricio "Calderon" Diaz
BAILARINES: Adrián Griffero, Adriana Benitez
ARREGLOS Y DIRECCION GENERAL: Matias Lovati


miércoles, 15 de febrero de 2012

Argentino Galvan - Biografia - 15 de febrero de 2012

Argentino Galván
Argentino Liborio Galván nació en Chivilcoy (provincia de Buenos Aires) el 13 de julio de 1913 y murió en Buenos Aires el 8 de noviembre de 1960. En mi libro Conversando tangos (1976) escribí: «Los Astros del Tango eran siete: Elvino Vardaro y Enrique Mario Francini, en los violines; Mario Lalli, en la viola; José Bragato, en el cello; Rafael del Bagno en el contrabajo, Julio Ahumada en el bandoneón y Jaime Gosis, en el piano. El octavo Astro -la octava maravilla del mundo- era el arreglador Argentino Galván». Lo suscribo veinte años más tarde (1998).
El estudioso Gaspar J. Astarita, chivilcoyano también, ha recogido en un notable librito (Argentino Galván, Chivilcoy, 1977) los rasgos biográficos de este músico impar. Nos dice que a los 12 años comenzó a buscar su destino musical; que estudió violín (y la música necesaria para tañerlo) con la profesora María Luisa Reyes; que prestamente se entreveró en la música local y en 1931 formó su propio sexteto; que Alfredo Gobbi y Luis Cantore, de gira por aquellos pagos, lo estimularon a largarse a Buenos Aires; que ya por entonces se convirtió en un autodidacto del arreglo; que en 1932 Osvaldo Fresedo le tocó su primer tango llamado Mariposa y que, ya en Buenos Aires, recaló en la famosa pensión "La Alegría" (Salta 321) donde compartió manteles e ilusiones con Enrique Mario Francini, Julio Ahumada, Armando Pontier, Antonio Ríos, Héctor Stamponi, Alberto Suárez Villanueva, Emilio Barbato y otros caballeros del ensueño.
Poco a poco los sueños se fueron realizando. En 1937 Galván se hizo cargo de los arreglos de la orquesta de Miguel Caló. Allí tocaba un virtuoso del violín, Raúl Kaplún, y Galván lo aprovechó para liberar al instrumento de su rutina de cantor de melodías de modo que pudiera desarrollar todas sus posibilidades sonoras. Creo haber dicho ya que cabría preguntarse si la década del cuarenta no comenzó con el primer solo de violín que Galvan confió a Kaplún. Desde el trampolín de la orquesta de Caló no le fue muy arduo al chivilcoyano lanzarse a la fama. No carecía, ciertamente, de prestigio propio: no en vano Roberto Maida le habría confiado la dirección de la orquesta a la que me refiero en la semblanza de su par Héctor Artola.
Para conocer a Galvan no hace falta detenerse en sus actuaciones. Es más útil memorar los arreglos de la versión Troilo/Marino de la Milonga triste de Piana, de la versión Troilo/Rivero de Sur y de otros centenares destinados a orquestas de variada titularidad. Astarita recuerda los de Tigre viejo, para Francini-Pontier; El día de tu ausencia, para Fresedo; Rosicler, para José Basso; Adiós Bardi La Beba para Pugliese. Permítase agregar Recuerdos de bohemia, para Troilo (dos caras de un 78, 1946), del que en mi Crónica General de Tango (1980) digo: «Con la versión Galván/Troilo de Recuerdos de bohemia culmina el tango música, culminan los esfuerzos tesoneramente sistematizados por Julio De Caro. Allí, si no concluye el tango, comienza al menos la disputa».
De lo mucho que cabría agregar no deben olvidarse las 34 ilustraciones sonoras que preparó Galvan y dirigió para la Historia de la Orquesta Típica (disco y folleto) de Luis Adolfo Sierra y al menos los nombres de dos de sus composiciones: la Milonga con traje nuevo y la también milonga Pa que trabaje el grandote, con lucimiento especial del contrabajo, que anticipa Contrabajeando, de Troilo y Piazzolla.

Ortega y Gasset dijo que el hombre es sus ideas. Conozcamos al hombre Galvan a través de lo que pensaba acerca de los arreglos del tango: «El tango admite perfectamente la incorporación de nuevos timbres instrumentales, especialmente las maderas, la flauta (ya familiar), el clarinete, el oboe, el fagot. Y algún metal, como el corno. Además la percusión, de cuyo concurso no puede prescindirse. Todo esto sin desplazamiento de las cuerdas, ni del bandoneón, que es la voz instrumental del tango».

viernes, 10 de febrero de 2012

Alfredo Le Pera - 10 de febrero de 2012

Alfredo Le Pera
Nació en Sao Paulo (Brasil) el 7 de junio de 1900 y murió junto a Gardel en el accidente aéreo de Medellín (Colombia) el 24 de junio de 1935. Sus padres, Alfonso Le Pera y María Sorrentino, eran inmigrantes italianos que hacia 1902 bajaron a Buenos Aires,
En esta ciudad, Alfredo cursó estudios en el Colegio Nacional Mariano Moreno, donde tuvo como profesor a Vicente Martínez Cuitiño, hombre de prensa y de teatro, quien lo acercó al periodismo, inició la carrera médica y cursándola ganó la amistad de José Ingenieros. Muy pronto, sin embargo, la abandonó para dedicarse plenamente al periodismo. Compartió con Julio F. Escobar la crónica teatral de Última Hora, pasó luego a El Telégrafo, como jefe de página y, con esta misma jerarquía, se desempeñó finalmente en El Mando, En tanto, escribía y estrenaba sainetes y revistas escénicas que, ciertamente, no anunciaban al pulcro letrista de Carlos Gardel. Tras cumplir, en 1928, una misión periodística en Estados Unidos y en Europa se vinculó con la empresa Artistas Unidos, para cuyas películas comenzó a escribir los títulos sobreimpresos. De esta época es su viaje a Chile, como autor de la compañía de revistas encabezada por Enrique Santos Discépolo y Tania. Firmó entonces con Discépolo el tango Carillón de la Merced, que, interpretado triunfalmente por Tania, salvó una temporada que amenazaba derrumbarse.
Es probable que Le Pera y Gardel se hayan conocido en Buenos Aires, pues el uno y el otro transitaban las mismas calles, pero la amistad nació en París, en 1932, durante la tercera estada del Mago en aquella metrópoli. El encuentro fue promovido por la Paramount, Le Pera, frecuentador de sets, de quien decíase que había conquistado especiales simpatías de la famosísima Gaby Morlay, se convirtió en el libretista del astro. En esa tarea desplegó un formidable talento, que nadie habría previsto, salvo, tal vez, los sabuesos de Paramount.
Sainetero al fin -y bastante ramplón-, superó Le Pera la tentación del género mínimo y convirtió al Morocho del Abasto en una mezcla, rara pero imperfectible, de muchacho arrabalero, cajetilla, playboy y caballero andante dotado de nobilísimos sentimientos. En los filmes de Le Pera, Gardel se representa a sí mismo, tal como era en la vida cotidiana, canchero y tierno a la vez, reo, gentilhombre, enamorado y derecho. Hornero Manzi censuró aquella suerte de estereotipo creado por Le Pera; el público hispanófono, en cambio, la aprobó por unanimidad.

Las letras de las canciones que Le Pera compuso para Gardel -en las que la influencia de Amado Nervo se acerca audazmente al plagio (cfr. El día que me quieras)- se adecúan magistralmente al personaje y si como poeta no alcanza el vuelo de Manzi, ni la profundidad de Discépolo, ni la porteñidad de Romero, ni el cancherismo de Cele, acierta con algunas frases proverbiales “veinte años no es nada; siempre se vuelve al primer amor; la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, que constituyen un ingrediente poco estudiado pero muy propio de la letrística tanguera, utilizado por Cadícamo con notable sabiduría. El lenguaje de Le Pera no es rico; su modesta tropología, anclada en Nervo, se torna reiterativa. A veces, sin embargo, conquista una bella metáfora “un rayo misterioso hará nido en tu pelo “que no desdeñó Neruda. En todo caso, el decoro de su escritura literaria no muestra ninguna grieta.